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Desde su aparición, el Coronavirus ha monopolizado nuestras conversaciones. Palabras como casos asintomáticos, aplanar la curva o crecimiento exponencial son cada vez mas comunes en nuestra vida. A esto se agrega el miedo permanente de contagiarnos y morir.
Sin duda nadie imagino o vio venir esta pandemia, no estábamos preparados y aun así de a poco hemos tratado de vivir con el virus.
Un virus que ha cambiado nuestras prioridades en la vidas. Si antes estábamos preocupados solo de trabajar para ganar dinero que nos permitía obtener cosas materiales y alcanzar cierto estatus, ahora ya no.
Todos estamos viviendo una nueva vida, una vida diferente a la que teníamos hasta hace 4 o 5 meses atrás, una que nadie habría imaginado.
Algunos lo hemos tomado como oportunidad para hacer las cosas que no teníamos tiempo antes: la felicidad de poder leer, compartir mas con la familia, ver en la televisión lo que nunca pudimos ver , o simplemente “ no hacer nada”, algo que es imposible porque siempre algo hacemos, dormir, cocinar, comer, pensar, respirar, etc.
Por otro lado, la cruda realidad de esta pandemia, es la información de personas contagiadas y fallecidas. Los medios y las redes sociales nos da cuenta de una realidad que se decía que estaba pero al parecer nadie quería ver, ya que, el individualismo nos estaba sesgando de lo que pasa a nuestro alrededor, la falta de solidaridad, una mínima y casi nula humildad de quienes nos gobiernan, la falta de preocupación de nuestros viejos y un distanciamiento sostenido y cada vez mas agudo de la familia. Este conjunto de efectos negativos en nuestra sociedad nos hacen cada día mas individualistas potenciando un ego sin limites y muchas veces al punto de endeudarnos para aparentar y lucir algo ante otros que hiciera parecer mejores y mas exitosos.
Ahora no sabemos lo que nos deparara el destino para el futuro pero lo que tenemos claro es que esta enfermedad nos ha hecho pensar bastante y nos ha transportado a una época donde disfrutábamos mas de nuestras familias, donde nuestros viejos tenían gran importancia en nuestras vidas, donde las cosas simples tenían un gusto especial y donde vivíamos con lo justo y eramos felices.
¿Que pasara de aquí a mañana? ¿O al otro mes o al otro año?. Nadie tiene la respuesta, pero todos la buscamos desesperadamente. Incluso se llega a exigir a las autoridades una respuesta que asegure o que confirme la fecha en la que se volverá a la normalidad y esto es imposible, nadie puede saberlo.
Tiempos de pandemia, tiempos de análisis, tiempos de reinventarse, tiempos de ser mas personas y respetar a los demás, ser solidarios y defender a los que mas lo necesitan. Exigirles a nuestras autoridades que tomen las mejores decisión.
Carlos Barriga – Administrador Público.
